martes, 9 de febrero de 2010

PANORAMA HISTÓRICO DEL DESARROLLO DEL GANADO BOVINO CRIOLLO EN BAJA CALIFORNIA SUR

Dr. José Luis Espinoza Villavicencio


Introducción
Actualmente en México, algunas dependencias federales, estatales, instituciones de educación superior e investigación y organizaciones de productores, están involucradas en el desarrollo de las actividades que reconocen la importancia de los recursos genéticos pecuarios (ganado bovino Criollo), como un componente esencial para mejorar la eficiencia productiva; ejemplos de ellos son algunos proyectos de investigación sobre mejoramiento genético y sus interacciones con otras áreas de estudio que han realizado las instituciones de educación superior e investigación, orientados a la caracterización genética de los animales en las condiciones ambientales y sistemas de producción imperantes en las distintas regiones del país. Estas son algunas evidencias de las acciones que en México se han realizado considerando los recursos genéticos Criollos, como parte fundamental de los sistemas de producción.
Para fortalecer las acciones anteriormente señaladas, se ha propuesto un programa capaz de sustentar la caracterización y la conservación de los recursos genéticos pecuarios, es decir, la preservación y la utilización racional de los mismos.

Objetivo
El objetivo de esta revisión es hacer una descripción ordenada de la evolución que ha tenido el ganado bovino Criollo en Baja California Sur.

Origen del ganado bovino Criollo
Ortiz (2001) hace una reseña breve de los antecedentes del ganado Criollo, iniciando con la entrada del Uro del norte de Europa a la península Ibérica y señalando que antes de cristo los Celtas llevaron a esa región ganado domesticado del Asia Menor. Asimismo, refiere que los romanos llevaron a esa península el ganado Blanco, que posiblemente influyó en el ya existente. No obstante, relata que fueron los moros, provenientes del norte de África, los que más influyeron en el desarrollo del bovino español. Con la expulsión de los moros hacia el sur y luego de España, el ganado bovino fue poblando esa parte de la península y dejó de ser una bestia de carga para convertirse en fuente de carne, leche y piel.
También menciona Ortiz (2001) que este ganado, que se encontraba en Andalucía fue el que Cristobal Colón trajo por primera vez a América en 1493 y fue desembarcado en la isla La Española. El primer intento de introducción a tierra firme fue en 1510 al istmo de Panamá.
La ganadería bovina en nuestro país tiene sus antecedentes históricos en las primeras reses que llegaron de Santo Domingo en 1521. En este viaje se desembarcó un lote de 30 reses en la rivera del río Pánuco, muy cerca de Tampico, Tamaulipas (Ortíz, 1998).
De acuerdo con Guevara (2001) los conquistadores trajeron ganado bovino al continente Americano apareciendo por primera vez en las Antillas en 1512, en México en 1520, en la región Inca en 1530 y en Florida en 1565.
En 1539, en una expedición desde el centro de México, la cual se realizó bordeando la Sierra Madre Occidental por el lado oeste, hasta llegar al suroeste de los Estados Unidos, Francisco Vázquez de Coronado trae consigo bovinos, equinos, ovinos y caprinos hacia el norte. Posteriormente, en 1565 Francisco de Ibarra fue marcando con ganado su camino recorrido sobre el norte de México y estableció algunas rancherías que serían la base de lo que mas tarde constituiría el inicio de la ganadería extensiva del norte de México (Ortiz, 1998), ya hacia fines del siglo XVI, el ganado se encontraba hasta Nuevo México y para 1769 alcanzaba hasta la Alta California (Guevara, 2001).

Desarrollo del ganado Criollo en Baja California Sur
Entre los bovinos introducidos por los Españoles a la península de Baja California, destacaban algunas variedades como la Castellana, Andaluza, Murciana, Berrendas, etc. las cuales han sido consideradas en su lugar de origen, como razas en serio peligro de extinción. Una vez establecidos en la península, estos animales quedaron expuestos al ambiente de la región durante muchas generaciones y la selección natural produjo un animal relativamente pequeño, extremadamente resistente, y con gran habilidad para sobrevivir a base de cactáceas.
Algunos informes (Martínez, 1980) indican lo siguiente: los primeros bovinos (30 reses) fueron introducidos a la península de Baja California por los Jesuitas en 1697.
De acuerdo con la reseña histórica comentada por Altable (2002), la frecuente insuficiencia de la producción agrícola convirtió a la ganadería en una actividad de importancia estratégica para la permanencia del sistema misional en la península y los testimonios indican que la carne y otros productos de origen animal constituyeron una parte fundamental de la alimentación de los pueblos. En este documento se menciona que entre 1697 y 1700 existían alrededor de 938 cabezas de ganado vacuno. Informes posteriores que datan de 1743 y 1744 (Burrus, citado por Altable, 2002) destacan a las misiones de San Ignacio, la Purísima, Guadalupe, Todos Santos, Santiago y San José del Cabo como las principales productoras de ganado bovino. Se comenta también que de acuerdo a testimonios que dejaron escritos los misioneros, todo el ganado era muy pequeño, al grado de que de un buey apenas se obtenían tres o cuatro quintales de carne y huesos. La leche apenas bastaba para los becerros. Mencionan que el ganado quedaba excesivamente flaco durante las tres cuartas partes del año y vivía acostumbrado a comer cactáceas con espinas hasta de dos pulgadas de longitud.
En el año de 1772 un misionero Franciscano rindió un informe del número de animales con que contaban la mayoría de las misiones, reportándose un total de 1500, sin embargo, no se contemplan la gran cantidad de vacunos silvestres que para entonces pudieron haber existido (Martínez, 1980).
Las cifras correspondientes entre 1773 y el fin del periodo colonial de acuerdo con informes dominicos sobre las misiones de Baja California se observan en el Cuadro 1.
Los dominicos realizaron dos censos en once misiones de la Baja California, en 1782 y en 1800 reportando con base en ello 3,552 y 3,950 reses, respectivamente.
En un informe fechado en 1781 se dice que la mayoría de los rancheros peninsulares eran productores en pequeño, familias que se valían de unos cuantos animales domésticos y del producto de sus huertas para el sustento diario y que la producción ganadera regularmente satisfacía la demanda local de carne, leche y demás productos de origen animal. Se expresa también que para las primeras décadas del siglo XIX, las actividades agropecuarias habían crecido (Altable, 2002).
De acuerdo con el relato histórico (1821-1860) de Trejo (2002), debido a que la producción agrícola era limitada, la sobrevivencia de los pobladores peninsulares dependió en mayor medida del ganado bovino. Esta especie fue cuantitativamente y cualitativamente predominante en la economía local.
Desde los primeros aportes de ganado a la Baja California, hubo animales que formaron núcleos de ganado cimarrón. Dichos núcleos se multiplicaron libremente y para las décadas de 1830 a 1840 se llegaban a ver grandes grupos de reses silvestres, sobre todo al norte de La Paz, en los llanos de Hiray y de Magdalena.
El aumento de las manadas silvestres y la importancia de la ganadería como base económica de Baja California Sur dieron lugar a la publicación de un bando en 1838, en el cual el gobierno ordenó efectuar rodeos generales y el establecimiento de hatos controlados, entre otras cosas (Martínez, 1980).
Según datos de 1857 (Trejo, 2002), el hato bovino estaba integrado por unas 80,000 cabezas, concentradas la mayor parte en el extremo sur de la península (69%).
De acuerdo con los reportes de González y Rivas (2002a) en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX, la ganadería sudpeninsular empezó a registrar cambios importantes en su sistema de producción. Aunque siguió siendo una ganadería preponderantemente extensiva ya se realizaban algunas prácticas como la estabulación y desarrollo de infraestructura como pozos, corrales y molinos de viento, principalmente en los ranchos de los ganaderos con más de 500 cabezas de ganado. Sin embargo, hasta principios del siglo XX, el único ganado que existía en la región era el criollo. Las primeras noticias sobre cruzamiento del ganado bovino se encuentran en 1904, fecha en que en algunos ranchos de la municipalidad de La Paz, principalmente se llevaron a cabo cruzas con ganado americano. Para 1910, la cantidad de bovinos encastados ascendía a 1,085 animales. Se dispone de un inventario ganadero entre 1887 y 1910 (Cuadro 2).
No obstante la limitaciones que siempre ha impuesto la escasez de lluvias, algunos relatos históricos (González, 1997) indican que para el año de 1900 el total de bovinos en el distrito sur de la Baja California era de 73,493 cabezas y la mayor concentración (32.7%) se encontraba en la municipalidad de Mulegé (24,058 cabezas). A raíz del impulso que la compañía el Boleo dio a esta actividad económica, para el año de 1913 dicha compañía había fundado 44 ranchos ganaderos y solamente la compañía contaba con más de 5000 reses, criollas en su mayoría, reportándose que parte de esos animales fueron introducidos desde el estado de Sonora.
Algunos de esos ranchos se encuentran en ruinas, tal es el caso de Las Pozas, al sureste de San Ignacio.
Otros ranchos en la misma zona como, El Carricito, Las Cuevitas, La Cueva, El Mezquital, San Regis, etc. actualmente se encuentran operando, algunos en manos de familiares de quienes fueran vaqueros o capataces cuando El Boleo dejó de operar estas empresas.
También se hace referencia a núcleos pequeños de ganado bovino lechero (no mas de 70 cabezas) explotadas en la población de Santa Águeda, cerca de Santa Rosalía, B.C.S. (González, 1997).
El desarrollo ganadero en algunos momentos se vio limitado por epizootias como la de carbón sintomático ocurrida en 1907. Los estragos causados fueron importantes ya que el censo ganadero de 1910 reporta que la población bovina del distrito sur de la Baja California se redujo en casi un 40% (52,429 cabezas), conservándose la supremacía en la producción ganadera por parte de la municipalidad de Mulegé, con un total de 9,646 cabezas que representaban el 25.6% del hato en el distrito. Para 1911 se registró una recuperación de casi el 40% del hato, pasando de la última cifra mencionada a un total de 73,269 cabezas (González y Rivas, 2002b).
Martínez (2002), en su relato histórico de la economía de Baja California Sur de 1960 a 1990, señala que desde el punto de vista comercial, la ganadería no ha representado una fuente de ingreso económico externo relevante para la región en general. Su importancia radicó en su función de autoconsumo, o para consumo local. Durante el periodo de 1944 a 1999 pasó de un crecimiento a una disminución del hato y luego a la estabilización del mismo (Cuadro 3).
Martínez (1980) menciona en su obra que los primeros bovinos cebú fueron introducidos al territorio de Baja California Sur en la década de los años 40 del siglo XX, sin embargo la cantidad de animales fue muy limitada y la influencia genética en la población fue escasa. Posteriormente, a finales de los años 50 se volvieron a introducir animales cebú los cuales se distribuyeron principalmente entre los ganaderos de la zona sur de la entidad. En la década de los 60’s este autor señala que la afluencia de ganado cebú a la entidad aumentó considerablemente, formándose incluso, en el municipio de La Paz una estación de cría de ganado cebuino.
En la década de los 70’s, además de aumentar la afluencia de razas cebuinas, principalmente Brahman, empezó la introducción de toros Suizos y Charolais, principalmente. En gran medida, la información anterior corresponde a adquisiciones que se hicieron a través de programas de carácter oficial. Sin embargo, también se ha tenido influencia de animales de diversas razas introducidas por iniciativa de algunos ganaderos en forma particular en las fechas mencionadas. No obstante lo anterior, durante la década de los 70’s el ganado que predominaba en los agostaderos de la entidad era el Criollo (Martínez, 1980). Sin embargo, los datos que arrojó el VII censo agropecuario (INEGI, 1991) indican que para fines de la década de los 80’ solamente el 37.5% de los bovinos de campo eran Criollos aparentemente puros, el resto era ganado cruzado (46.6%) o puro (15.9%) de diversas razas. Actualmente, se estima que la proporción de bovinos criollos no es superior al 25% del total de cabezas en la entidad.
La mayor influencia de razas bovinas diferentes al criollo (Brahman, Charolais, Simental, Suizo, y muchas razas sintéticas) se ha tenido desde principios de la década de los 90’s a través de programas oficiales. De acuerdo con información obtenida de la Unión Ganadera Regional de Baja California Sur, de 1993 al 2001 se han introducido al estado alrededor de 600 sementales de razas diversas que se ubicaron principalmente en ranchos de los municipios de La Paz y Los Cabos.
Si consideramos que la población de ganado de campo se ha mantenido entre 150 mil y 170 mil cabezas, aproximadamente entre 1970 y el inicio del nuevo siglo, y si tomamos en cuenta que alrededor del 42% del total de animales de este tipo son vientres, deducimos que el número de vientres en etapa reproductiva ha girado alrededor de las 70 mil cabezas. Aparentemente la cantidad de sementales introducida es pequeña para generar un cambio genético considerable a corto plazo. Sin embargo, las observaciones que hemos realizado en 250 ranchos ganaderos de la entidad nos indican todo lo contrario. La influencia genética ha sido lo suficientemente grande, al grado de que actualmente, al menos en los sitios señalados (considerados los mas representativos en cuanto a la existencia de ganado criollo), se estima que no mas de un 25% de los animales son criollos puros y el resto ya tiene algún nivel de cruza con otras razas. La mayor parte del ganado criollo son vacas adultas y solamente en el 5% de los ranchos existen sementales criollos. En la mayoría de esos ranchos se cuenta a la fecha con sementales de algún grupo racial diferente al criollo, ya sea en forma pura o cruzada. Esto implica que en muy pocas generaciones, el ganado criollo podría ser absorbido y los animales que conserven aún sus genes serán producto de cruzas con un valor comercial inferior si se pretendiera comercializarlos al mercado norteamericano como bovinos para rodeo.
En el Cuadro 4 se presentan los datos de población de ganado bovino en Baja California Sur (SAGARPA, 2003) y la población de ganado Criollo estimada por Espinoza et al. (datos sin publicar).

Conclusiones
La ganadería bovina de agostadero en Baja California Sur evolucionó de manera muy errática hasta principios de la década de los años sesenta, época en la que se han logrado las mayores poblaciones. Sin embargo a partir de entonces la población general disminuyó logrando una relativa estabilización a partir de los años setenta. No obstante la proporción de bovinos Criollo ha venido descendiendo paulatinamente y seguramente desaparecerá de la entidad si no se generan las políticas que conduzcan a su conservación y utilización racional.
Un aspecto de gran relevancia es el hecho de que los escasos núcleos de ese ganado que aún se conservan, se encuentran en manos de los sectores mas marginados de la entidad. Con base en lo anterior, los diferentes niveles de gobierno deberían de iniciar un programa social de rescate genético, de gran visión futurista para explotar los hatos existentes y fomentar la explotación del ganado Criollo para exportación a los Estados Unidos de Norteamérica con fines deportivos. Con este ganado se podría producir animales para ese sector de mercado, en áreas donde otras razas especializadas no pueden manifestar su potencial productivo debido a la escasez de forraje y la calidad pobre del mismo. Esa habilidad del bovino Criollo, le permite utilizar agostaderos muy pobres donde otras razas no pueden sobrevivir, evitando al mismo tiempo el deterioro ecológico, pues no hay que modificar el medio ya que las condiciones están dadas en las áreas donde habita la mayor parte de este ganado.

Literatura citada
Altable, F. 2002. La Economía misional. En: E. González (Eds.). Historia General de Baja California Sur. I. La Economía Regional. pp 55-102. Plaza y Valdez, S.A. de C.V. México.
González, E.J. 1997. La Compañía El Boleo: su impacto social, económico y político en la municipaalidad de Mulegé (1885-1918). Tesis de Maestría. Universidad Autónoma de Baja California Sur.
González, E. y I. Rivas. 2002a. Modernización de la economía sudpeninsular (1860-1910). Las actividades primarias. En: E. González (Eds.). Historia General de Baja California Sur. I. La Economía Regional. pp 327-383. Plaza y Valdez, S.A. de C.V. México.
González, E. y I. Rivas. 2002b. La economía de Baja California sur desde la revolución hasta fines del siglo XX. La economía sudpeninsular durante la revolución mexicana. En: E. González (Eds.). Historia General de Baja California Sur. I. La Economía Regional. pp 425-460. Plaza y Valdez, S.A. de C.V. México.
Guevara, S. 2001. Presentación. En: En: L. Hernández (Eds.). Historia Ambiental de la Ganadería en México. pp 1-6. Instituto de Ecología, A.C. Xalapa, Ver.
INEGI. 1991. Anuario Estadístico del Estado de Baja California Sur.
Martínez, B. A. 1980. La Ganadería en Baja California Sur. Vol. 1. Ed. J. B. La Paz, B.C.S.
Martínez, J.A. 2002. La economía de Baja California sur desde la revolución hasta fines del siglo XX. Treinta años de economía en Baja California Sur (1960-1990). En: E. González (Eds.). Historia General de Baja California Sur. I. La Economía Regional. pp 527-570. Plaza y Valdez, S.A. de C.V. México.
Ortíz, L.C.I. 1998. Producción de pie de cría de ganado para rodeo en el estado de Tamaulipas. Memorias del Segundo Foro de Análisis de los Recursos Genéticos: “Ganado Criollo”. Hacia el establecimiento del Programa Nacional de Recursos Genéticos Pecuarios. SAGAR. Chihuahua, México.
Ortiz, L.C.I. 2001. El ganado Criollo mexicano en Norteamérica. En: L. Hernández (Eds.). Historia Ambiental de la Ganadería en México. pp 68-71. Instituto de Ecología, A.C. Xalapa, Ver.
SAGARPA. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Pesca. 2003. Inventario de ganado bovino para producción de carne. Disponible de: http://www.sagarpa.gob.mx/Dgg/FTP/invbc.pdf. Accesado 15 de julio de 2003.
Trejo, B. D. 2002. Hacia una economía de mercado. Las actividades económicas. En: E. González (Eds.). Historia General de Baja California Sur. I. La Economía Regional. pp 167-225. Plaza y Valdez, S.A. de C.V. México.







EL GANADO BOVINO CRIOLLO (CHINAMPO) DE BAJA CALIFORNIA SUR

Dr. José Luis Espinoza Villavicencio

Entre los bovinos introducidos por los Españoles a la península de Baja California, destacaban algunas variedades como la Castellana, Andaluza, Murciana, Berrendas, etc. las cuales han sido consideradas en su lugar de origen, como razas en serio peligro de extinción. Una vez establecidos en la península, estos animales quedaron expuestos al ambiente de la región durante muchas generaciones y la selección natural produjo un animal relativamente pequeño (Chinampo), extremadamente resistente, y con gran habilidad para sobrevivir a base de cactáceas.
Algunos informes (Martínez-Balboa, 1980) indican lo siguiente: los primeros bovinos (30 reses) fueron introducidos a la península de Baja California por los Jesuitas en 1697. En el año de 1772 un misionero Franciscano rindió un informe del número de animales con que contaban la mayoría de las misiones, reportándose un total de 1500 animales, sin embargo, no se contemplan la gran cantidad de vacunos silvestres que para entonces pudieron haber existido. Los Dominicos realizaron dos censos en 11 misiones de la Baja California, en 1782 y en 1800 reportando con base en ello 3552 y 3950 reses, respectivamente.
El aumento de las manadas silvestres y la importancia de la ganadería como base económica de Baja California Sur dio lugar a la publicación de un bando en 1838, mediante el cual el gobierno ordenó efectuar rodeos generales y el establecimiento de hatos controlados, entre otras cosas.
Los nuevos aportes de ganado de diferentes razas en la época contemporánea han venido cambiando la estructura colonial de la ganadería. Este cambio no debe de significar la extinción del ganado Chinampo, ni mucho menos su substitución por bovinos de otras razas. El medio ambiente solo permite la homeostasis del ganado Chinampo en el sistema de pastoreo nómada que tradicionalmente se sigue en la mayor parte del estado de Baja California Sur. Casi 300 años de aislamiento, de selección natural y de sobrevivencia lo han hecho extremadamente rústico y si bien poco productor en su ambiente natural es la materia prima para un programa genético que debe de buscar su preservación.

Localización y población del Ganado Chinampo

El estado de Baja California Sur está dividido en cinco municipios, al norte el municipio de Mulegé y hacia el sur de la península los municipios de Loreto, Comondú, La Paz y Los Cabos, respectivamente. En su totalidad, la entidad cuenta con una superficie de 7'367,700 hectáreas de las cuales solamente el 43% tienen potencial forrajero para la ganadería. Ese potencial está representado en mas del 90% por matorrales. El coeficiente de agostadero en promedio es de 40 hectáreas por unidad animal, sin embargo, la variación es muy amplia, registrándose valores mucho mayores al norte del estado e inferiores en la parte sur del mismo.

Características del ganado Chinampo

Evidentemente, el ganado predominante en Baja California Sur es el Chinampo y sus cruzas con razas especializadas en la producción de carne, principalmente el Brahman.
Como ya se mencionó, dentro de los primeros bovinos introducidos a la península durante la evangelización destacaron algunas variedades como la Castellana, la Andaluza, la Negra Avileña, etc. El programa nacional de rehabilitación del ganado criollo, de la S.A.R.H. que tuvo lugar hace algunos años, nos indica que las razas Españolas introducidas a México fueron principalmente dos: la Castellana de los llanos y la Negra Avileña.
A lo largo de los años, el ganado Chinampo ha estado expuesto a la selección natural principalmente, esto ha conducido a la formación de un animal relativamente pequeño. Los animales adultos alcanzan pesos promedio de 300 y 400 kg. (hembras y machos, respectivamente), con una altura aproximada a la cadera de 135 cm. No obstante, basados en la comunicación personal con algunos ganaderos se estima que muchos toros adultos cuando son introducidos a corral de engorda en la época de sequía alcanzan ganancias de peso hasta de 150 kg. en un período de 100 días.
Las vacas Chinampas generalmente presentan un perfil rectilíneo, su cabeza es corta; su cuerpo es poco profundo y anguloso; las orejas son cortas; las mucosas nasales normalmente son pigmentadas; los cuernos, tanto en los machos como en las hembras están bien desarrollados y son dirigidos hacia los lados, al frente y hacia arriba.
La coloración del pelo es muy variada y semejante en gran medida a los colores reportados para las diferentes variedades de bovinos Españoles que se señalan como sus ancestros. En Baja California Sur algunos de esos colores los reciben nombres como el barroso, capirote, azulejo, barzino, moro, hosco, colorado en diferentes tonalidades que van desde el claro hasta el obscuro, prieto, etc. y las combinaciones de algunos de ellos.
El peso de las crías al nacimiento es de unos 25 kg., lo cual implica que la frecuencia de partos distócicos sea muy baja. La mayor proporción de los partos generalmente ocurre entre los meses de mayo y septiembre, dependiendo de la temporada de lluvias en el año anterior. Los becerros son destetados de manera natural entre los 9 y 10 meses de edad con un peso aproximado de 130 kg.

Objetivos de producción, comercialización e importancia socioeconómica

El ganado Chinampo en Baja California Sur es utilizado para diferentes fines. Es explotado bajo un sistema de doble propósito, es decir, las vacas son ordeñadas a partir del mes de septiembre cuando las precipitaciones pluviales y la disponibilidad de forraje en el agostadero lo permiten. La ordeña se realiza con la cría al pie durante un período de 3 a 4 meses aproximadamente. La producción promedio estimada por vaca es de 3 a 4 litros de leche por día. La mayor parte de la leche es destinada para la fabricación de queso para consumo familiar y para su comercialización a intermediarios o en los centros de población más cercanos al rancho.
Las becerras son utilizadas para reemplazo y los machos comercializados de diferentes maneras, casi siempre a través de intermediarios. Algunos ganaderos venden los machos hasta que llegan a los 3 años de edad o más, sin haberlos castrado. Dichos animales son destinados por lo general a las engordas locales o bien introducidos directamente al rastro. Otros venden los machos poco después del destete a intermediarios provenientes de los estados de Sonora o Baja California. Dichos animales se pagan sobre la base del peso vivo, no obstante el intermediario los canaliza al mercado norteamericano con fines deportivos en donde evidentemente con cotizados bajo un criterio diferente.
En lo que a la importancia socioeconómica del ganado Chinampo se refiere, basta señalar que en algunas de las zonas ganaderas del estado de Baja California Sur, esta es la principal actividad económica y en ciertos lugares la única. En dichas áreas de la entidad con menores niveles de precipitación y mayor aridez, tal vez sería un error pensar en un desarrollo de la ganadería bajo los esquemas que tradicionalmente se aplican en los programas de apoyo gubernamental. Sería más factible establecer planes de desarrollo específicos, tendientes a la explotación sistemática del ganado Chinampo, con estrategias de comercialización que favorecieran al ganadero directamente.

Problemática y programas de apoyo a la producción de ganado Chinampo

La problemática alrededor del ganado Chinampo se puede definir desde diferentes puntos de vista: aquellos aspectos relacionados con la producción como son las bajas tasas de pariciones que se estiman de un 50% en promedio y que están sujetas estrictamente a la precipitación pluvial por la falta de programas de suplementación alimenticia. No se cuenta con programas de asistencia técnica o programas de apoyo para la producción de este tipo de ganado, que conduzcan planes de selección para algunas características económicamente importantes o que minimicen las consecuencias esperadas en poblaciones relativamente cerradas. No obstante los puntos anteriores, es posible que el principal problema que aqueja al sistema de producción antes señalado, se relaciona con la comercialización de los animales. Probablemente cuando al ganadero se le presenten mejores alternativas en este punto, se verá motivado y resolverá en gran medida los problemas técnicos.

Literatura Citada

De Alba, J. 1978. Progress in the selection of the Latin America Criollo. World Anim. Rev. FAO. 28:26-30.
Martínez-Balboa, A. 1980. La Ganadería en Baja California Sur. Vol. 1. Ed. J. B. La Paz, B.C.S.
Rodríguez, A. y R. Martínez, R. 1992. Bovino Criollo argentino Patagónico. Boletín sobre información de recursos genéticos. FAO. pp 27-31.
LOS RECURSOS GENÉTICOS

La diversidad genética que se encuentra actualmente en las razas de animales domésticos permite seleccionar poblaciones u obtener nuevas razas que respondan a los cambios del medio ambiente, a los nuevos conocimientos sobre las necesidades de nutrición humana, a las amenazas de enfermedades, a la situación del mercado y a las necesidades sociales, factores todos ellos en gran parte imprevisibles.
Las razas de ganado autóctonas poseen regularmente rasgos valiosos, como por ejemplo resistencia a enfermedades endémicas, longevidad y adaptación a situaciones difíciles y a alimentos de baja calidad, características todas ellas deseables para una ganadería sostenible con bajos insumos y para el logro de la seguridad alimentaria.
La población mundial creciente y la necesidad de mejores niveles de vida han incrementado la demanda de productos de origen animal, especialmente en los países en desarrollo. En respuesta a lo anterior, los sistemas de producción pretenden incrementar la productividad de razas bovinas tradicionales o nativas a través de la substitución de las mismas o mediante su cruzamiento con razas especializadas para fines específicos (carne o leche). Consecuentemente, muchas razas indígenas pueden desaparecer si no se establecen programas para su conservación. Muchas de estas variedades de ganado poseen características únicas, tal es el caso del ganado criollo, adaptado a climas extremadamente cálidos y capaces de utilizar forrajes de baja calidad.
La difusión y multiplicación del ganado bovino criollo en América, fue definida por De Alba (1978) como una maravilla biológica, tan es así que a partir de una población de animales calculada en menos de mil cabezas, llevadas por los conquistadores entre fines del siglo XV y principios de XVI, a comienzos del siglo XIX ya existían millones de vacunos diseminados por todo el continente en las regiones ecológicas más variadas, desde Estados Unidos de Norteamérica hasta el sur de Argentina (Rouse, 1977, citado por Rodríguez y Martínez, 1992).